El Camino Real entre Santander y la Meseta
Al comenzar el siglo XVIII el estado de las comunicaciones en España era pésimo. Será la segunda mitad del siglo cuando el ministro de Hacienda, Don Zenón de Somadevilla, Marqués de la Ensenada (1702-1781) proponga a Fernando VI construir una red de carreteras y canales navegables con el fin de mejorar las comunicaciones y así facilitar la formación de un mercado nacional de productos agrícolas. El objetivo que el Marqués de la Ensenada propuso al Rey Borbón fue: «Perfeccionar el camino que llaman de La Montaña, y los exámenes de la posibilidad o imposibilidad de hacer canales en Castilla La Vieja que se den la mano con el referido camino».
El Marqués de la Ensenada: promotor y valedor del Camino Real de Reinosa
La obra que se realizó a su paso por Cantabria configura la antigua N-611, excepto el tramo entre Bárcena de Pie de Concha y las proximidades de El Ventorrillo de Pesquera que permanece en su estado original, discurriendo a una cota más alta que la carretera actual a su paso por las Hoces del Besaya.
El puerto ubicado en la bahía de Santander no disponía de un acceso adecuado para el tránsito de carros. Hacia la meseta por la zona del Besaya únicamente se podía ascender a pie o a lomos de caballería por la ruta de la antigua calzada entre Somaconcha y Bárcena de Pie de Concha. Las obras del Camino Real de Reinosa se iniciaron en 1749 y concluyeron en 1753. La obra proyectada se aprobó por R.O. de 29 de noviembre de 1748 adjudicatario el contratista Marcos de Vierna, bajo la dirección técnica del ingeniero proyectista Sebastián Rodolphe. Hasta la llegada del ferrocarril (en 1886 finalizaron las obras) ésta fue la principal vía de tránsito de los cereales castellanos.
El camino partía de Santander hacia Igollo, Bezana y San Mateo cruzando el río Pas por el puente de Arce, que se reconstruyó en parte para servir a esta carretera. Desde allí seguía por Oruña hasta Rumoroso y Polanco, Barreda, Torrelavega y Cartes donde debía cruzar el río Besaya. La carretera seguía paralela al río hasta Ríocorvo donde cruzaba y se adentraba en la hoz de Caldas, recorría el valle de Buelna, Cieza y llegaba a Las Fraguas para cruzar el río Los Llares por un puente de piedra que fue preciso construir. Desde aquí atravesaba el valle de Iguña siguiendo el curso del río hasta Santa Olalla, donde lo cruzaba de nuevo y discurría junto al río hasta Bárcena, y por la hoz llegaba hasta el Ventorrillo de Pesquera y Santiurde, donde cambiaba de margen y seguía hasta Lantueno, Cañeda y Reinosa, donde atravesaba la plaza de la villa y se dirigía hasta Matamorosa, punto final del camino.
Leguario del Camino Real situado entre Riocorvo y Las Caldas.
Desde 1769 se normalizó marcar los caminos reales con «leguarios», como el de la fotografía, que indicaban las distancias en leguas castellanas (veinte mil pies) y que equivalía a 5572 metros aproximadamente. Una placa en el pie de este leguario dice: «Viejo camino acemilero, éste que atraviesa el Valle de Buelna y que con el paso de los años y en función del trasiego de las mercancías que por él se acarreaban desde tierras adentro hasta nuestros puertos costeros, para su exportación a países del otro lado de los mares, fue tomando diversos nombres como «Camino de los vinos», «Camino de las lanas» y «Camino de las harinas», hasta que el 15 de noviembre de 1753 alcanzó el rango de «Camino Real».
De aquel entonces, data este Mojón ubicado a orillas del Regato Rumiales, de las Caldas del Besaya, que junto al situado en Pie Bandera y otro más, en el sitio de «Las Lombas» de Barros, completan los tres de este Municipio de Los Corrales de Buelna, que indicaban al caminante, las Leguas que le separaba de la Capital de Cantabria».