Cruz de Somarriba
Qué hacer Qué ver Restaurantes Alojamientos Pueblos
Localización
La Cruz de Somarriba se encuentra ubicada en el pueblo de Pámanes del municipio de Liérganes en Cantabria.
Historia
La Cruz de Somarriba es de un claro estilo barroco aunque n ningún lugar consta fecha de su construcción.
La Cruz de Somarriba marca el límite occidental de Trasmiera y el inicio de las tierras de las Asturias de Santillana; es decir marca la división entre Cantabria oriental y Cantabria occidental.
Este monumento encierra una leyenda que lo hace más resaltante. La leyenda cuenta que El Rey, como agradecimiento, le concedería a don Juan de Agüero, el privilegio de hacer noble a toda aquella tierra que pudiera recorrer en un solo día, de sol a sol, a lomos de su caballo.
Don Juan partió de Agüero en su caballo y anduvo cabalgando rápidamente hasta la entrada del pueblo de Pámanes, hasta donde se encuentra la Cruz del Avellano (actualmente), entre San Vitores y Pámanes. Justo ahí, su caballo agotado se tumbo sin poder andar más y murió.
Los habitantes del pueblo vecino a donde el caballo había caído para verse beneficiados del regalo que se le hacía a Don Juan decidieron arrastrar al caballo hasta donde hoy se halla la Cruz de Somarriba consiguiendo así que su pueblo sea el limite concedido por el Rey. A partir de ese acontecimiento a los lugareños de esta zona se les llamarían “los arrastrados” y nacería el siguiente dicho popular: “Los de Pámanes trasmeranos de los arrastraos, los emboronaos de los de tercia y puñao.”
Un hecho que se relaciona con la leyenda es la exención del impuesto de alcabalas a Trasmiera lograda por Pedro González de Agüero en el siglo XIV.
Don José María de Pereda, escritor realista y costumbrista cántabro, en su obra Escritos de Juventud dentro del relato corto titulado La Cruz de Pámanes hace mención a la Cruz de Somarriba en un relato fechado en 1859.
Ponemos en su conocimiento un breve extracto de dicho relato: » La atención de Pámanes, pues, directamente estaba fija en sus panojas, en sus ganados, en sus patatas y en su Cruz; porque sin Cruz no se concibe a Pámanes, como no se concibe a Roma sin Capitolio, a la China sin su muralla, a Rodas sin su Coloso, a España sin arrogancia, a El Escorial sin monasterio y a Cayetano sin suscriptores. La Cruz de Pámanes, tal cual hoy es, de tosca piedra, ennegrecida por los rigores de la intemperie, tiene una historia llena de interesantes episodios que se pierden entre el polvo de los más añejos pergaminos del tiempo del feudalismo.»